Un puesto para mí, pensé. “Soy community manager y conozco las redes sociales”, me dije. Una pena que el vecino del cuarto tercera también conozca las redes sociales y hasta las utilice para colgar las fotos de las fiestas del barrio. ¿Será que él también es un community manager?, ¿se inscribirá también en la oferta de Infojobs y las posibilidades de ser yo la persona contratada descenderán?, ¿reventará precios hasta dejarme sin margen en una improbable subasta?
Más allá de la ironía, la oferta es real. Una empresa de Barcelona busca un community manager “que conozca y utilice las redes sociales y que sepa escribir”. Algo así como si un teatro buscara a un mago que hiciera magia o si una editorial buscara un corrector que supiera lengua. ¿Absurdo? Pues sí.
Pero es esa clase de absurdo que irrita por lo que tiene tras de sí: La devaluación, la poca consideración social, de la profesión (sí, es una profesión, no un hobby) del community management. Porque un community manager usa las redes sociales como herramienta (por lo tanto, las debe conocer en profundidad) y la palabra como medio, o viceversa, es igual. No es community manager aquel que no sabe escribir como no es cirujano aquel que nunca ha entrado en un quirófano.
Si yo fuera la empresa, le pediría muchas otras cosas a un community manager. Le pediría que dominara blogger y wordpress, que tuviera conocimientos de SEO, SEM y SMO, que supiera interpretar los resultados de Google Analytics, que construyera con acierto estrategias de linkbuilding, hiciera análisis de keywords y evitara las técnicas deblack hat.
Le pediría además que no sólo tuviera conocimientos técnicos, sino que supiera comunicar, conectar con su público, saber en qué redes está, ser cercano a él, ‘robarle’ un poco de su tiempo y hacerle querer un poquito a nuestra empresa .
Hasta me permitiría el lujo de pedirle que fuera, además, un poco estratega de social media, que supiera elaborar un plan de comunicación para la empresa con su DAFO correspondiente, que pudiera establecer unos objetivos de las acciones que implementará, que estuviera capacitado para estudiar los públicos objetivos y hasta que tuviera previsto un plan de crisis para mantener a salvo la reputación online en caso de problema.
Metiéndome en su vida personal, hasta le sugeriría que rezara cada noche una oración por el SEO, Padre todopoderoso, creador del posicionamiento orgánico… ¿La conocéis?
Quizás, entonces, el vecino del cuarto tercera no pensaría que él, que usa Facebook para charlar con sus amigos del gimnasio, también es community manager.
Claro que, para pedir todo esto antes hay que saber qué y para qué se necesita un community manager.
Y, de paso, pagarle como a un profesional cualificado, que es lo que es.
Este post es original de Cristina Vives